Érase una vez...
- Wolf Mother
- 15 oct 2021
- 7 Min. de lectura
Hace mucho tiempo, cuando era niña, me escabullía a la biblioteca de la escuela. Pedía permiso para ir al baño y me escapaba a uno de los lugares más seguros y sagrados para mi. Caminaba entre los pasillos de la biblioteca, tocando los lomos de los libros, los abría, ojeaba las páginas, me sentaba a escondidas y me ponía a leer. Recuerdo la sensación de complicidad entre la bibliotecaria, los libros y yo. Página por página, me tomaba el tiempo de encontrarme a mi misma mientras emprendía un viaje en cada cuento y en cada historia que me envolvía. El olor que desprendían las páginas de cada libro que ojeaba me hacía sentir en casa. A la fecha, puedo decir que lo primero que hago cuando voy a leer un libro es abrirlo y olerlo. Existe un lugar muy especial en mi corazón para los libros, en especial los libros de cuentos. Historias de aventuras, de viajes, hadas y dragones, ballenas enormes y lugares fantásticos. Un mundo de magia con el que yo me sentía sumamente conectada. Sin duda, mis cuentos favoritos siempre fueron aquellos con historias fantásticas, con brujas, seres mitológicos, hadas y pociones, encantamientos, viajes y pruebas heroicas. Si existe algo de mi infancia que recuerdo con mucha ilusión son esas escapadas a la biblioteca. Había algo en los cuentos que me transformaban, y ese algo me llevó a este momento.
Hace días mientras platicaban con la maestra de mi hija mayor y el grupo de madres y padres de familia de la escuela, se desató una polémica alrededor del tema de las hadas. Más que los cuentos de hadas como tal, la plática se dio porque la maestra les hizo un juego a los niños y niñas donde ellos tenían que encontrar un hada de un pequeño cuento que les armó. Esta hada estaba "escondida" en los jardines y ellos tenían que seguir las pistas que esta hada les había dejado en el cuento para poder encontrarla. La polémica se desató porque una de las mamás, muy inconforme con la dinámica, hizo la siguiente pregunta: "¿Por qué les dicen a los niños que las hadas les dejan pistas para que las encuentren si las hadas no existen?". Al escuchar esto, algo dentro de mi se revolvió. De primera instancia no pude contestar, la maestra parecía estar igual de sorprendida que yo con su pregunta a lo que sólo contestó, "es un juego". Nerviosa por la actitud de la madre preocupada, la maestra trató de explicar el por qué de su juego. A mi no me tenían que explicar nada, ese juego yo lo he jugado más de una vez con mis hijas y lejos de estar preocupada y consternada por la aparición de las hadas del jardín, me sentía aliviada de saber que en la escuela mi hija puede jugar con sus hadas y sus cuentos. Sin embargo, no pude evitar intervenir para apoyar a la maestra. "Las hadas no existen" repetía aquella mamá entrando en estrés. "¿Por qué alimentar a nuestros hijos con cosas que no existen y jugar a que sí?". Me tomó desprevenida su pregunta, la maestra ya no quiso seguir en la discusión y paró todo en seco. "Nadie les está inculcando nada a sus hijos, son niños y son juegos y son cuentos, nada más" aseguró la maestra a esta mujer en crisis. La conversación terminó ahí. Sin embargo, he traído esa polémica en mi cabeza desde entonces.
En mi corazón yo sabía que no estaba pasando nada malo, pero no pude evitar verme a la tarea de investigar sobre el tema. ¿Qué relación existe entre los cuentos de hadas y el desarrollo de los niños en la primera infancia? Recordar mi propia experiencia con los cuentos fue inevitable, y con ese recuerdo me repetía a mi misma, ¿cómo puede ser algo malo? A mi me trajo inmensas horas de felicidad, momentos de mucha paz, incluso puedo decir que me encontré a mi misma, muchos años después, pero gracias a mis cuentos. Entonces, mi misión era evidente. Tenía que encontrar una respuesta para la pregunta de esta mujer. Y eso fue lo que hice. En mi investigación, me encontré con un ensayo que reúne todas las respuestas a las preguntas que me estaba haciendo. La lectura comienza con la siguiente primicia: los cuentos de hadas llenan las más profundas necesidades imaginativas y espirituales de los niños y niñas, en los cuentos el motivo constante es la lucha interna del ser humano para encontrar su verdadero mundo, su ser interior, pues existe un carácter "sagrado" en el camino del héroe donde se relaciona el viaje geográfico de éste con el viaje del aprendizaje del alma y su relación con la naturaleza. ¿Qué tal?
Es importante aclarar que hablar de los cuentos fantásticos o cuentos de hadas tradicionales es hablar de épocas anteriores, donde la situación social y económica eran completamente diferentes a la actual. Sin embargo, a pesar de que existen diferencias abismales entre los contextos donde los cuentos fueron creados, algo que me pareció excepcional de la lectura de Ethel Junco de la Universidad Panamericana de México para la revista de Filosofía Open Insight es cómo deja claro lo siguiente:
Aunque los símbolos que la tradición ha vertido en los cuentos se desgastan con las civilizaciones y pierden pureza (Propp, 1977: 140), la encrucijada de todo hombre sigue siendo aproximadamente la misma. Por eso, las imágenes incorporadas en la niñez, y en tanto los cuentos de hadas se consideran literatura infantil por excelencia (Warner, 1988: 159), son cauce para pensar las cuestiones existenciales. (Junco, 2019)
El viaje del hombre o mujer no ha cambiado mucho, las cuestiones existenciales como lo menciona la autora del ensayo, existen, pues a la fecha son situaciones que se presenten en nuestro día a día, casos de la vida real, que a través de una trama y simbolismos llevan al lector a encontrar similitudes entre el viaje de los personajes de los cuentos como en él mismo. Los planteamientos de los cuentos de hadas se hacen pensando en lo que les espera a los niños y niñas de la vida cuando crezcan. De alguna manera, los autores de los cuentos logran traducir de formas mas o menos simples, la complejidad de la vida real del adulto. Sin embargo, fuerte característica de los cuentos de hadas, dotan de matices fantasiosos y sobre-naturales a la narración. Elementos como duendes, hadas, brujas, dragones, y más formas que comparten la característica de lo mágico y sobre-natural tienen una estrecha relación con la naturaleza misma. Es decir, la magia, como sostiene la autora, la naturaleza expresa su sobre-naturaleza, además de que el cuento maravilloso o cuento de hadas tiene su origen en la literatura folklórica de tradición oral, cuando la humanidad acudía a la naturaleza para explicar los fenómenos de la vida para los que no había explicación. En palabras de la autora, "No hay historia del hombre sin su registro en signo, sin su narración. La relación entre infancia del mundo e infancia del hombre se ata a través de relatos que entroncan lo sabido con lo ignorado, lo deseado con lo prometido. Contar y cantar fueron las acciones iniciales de la memoria histórica" (Junco, 2019). Dicho esto, encontramos en los cuentos no solamente lecciones de vida a nivel moral y ético, sino también tan consigo una identidad cultural de parte de la comunidad a la que pertenecen.
Algo que me pareció sumamente importante de reflexionar es la dimensión espiritual de los cuentos, misma que Rudolph Steiner también consideró para la formación humana que completa que pretende la Pedagogía Waldorf. En todo cuento fantástico, el viaje del personaje principal lo lleva a enfrentarse a una serie de elementos mágicos que buscan interrumpir su misión, viaje que generalmente se lleva a cabo en un espacio natural, como lo es el bosque y con ayudas sobre-naturales que lo acompañan, como pueden ser hadas, elfos, duendes o animales. En este viaje, el bosque podría representar la psique del ser humano, las pruebas heroicas son pruebas para el alma y el crecimiento del hombre, y en general, en el mundo del cuento, la naturaleza es quien busca que todo regrese a un orden y actúa en favor del universo, por tal motivo, todos hombres, animales, plantas y seres fantásticos, colaboran interconectados por un bien común. Podría decirse que el bosque representa un gran metáfora para la vida, es decir, visto desde los ojos de un niño o de una niña, crecer es como entrar en ese bosque y atravesarlo, con todas sus subidas y bajadas, sus caminos empedrados y sus montañas, con ayuda y a veces solo. La gran magia de los cuentos es poder darle un significado mágico a esto que nosotros los adultos entendemos por crecer.
En conclusión, tenemos en los cuentos de hadas grandes enseñanzas a nivel espiritual, pedagógico, literario e intelectual. Sin entrar más en detalles filosóficos, los cuentos nos hablan de un viaje donde existe un aprendizaje por medio de pruebas, viajes y hazañas. Un autoconocimiento dotado por la experiencia aprendida y vivida en dicho viaje, y un llamado a la esperanza que culmina al final del camino del personaje principal. Esta riqueza en contenido hacen de los cuentos de hadas una herramienta pedagógica imprescindible para acompañar el desarrollo de los niños y niñas. Son piezas literarias únicas, comprensibles para los pequeños y pequeñas, capaces de dotar de un significado diferente para quien lo lea o interprete, incluso puede traer significados diferentes a la misma persona dependiendo del momento particular de su vida en el que se encuentre, ya que de ser necesario acudirá a la misma historia cuando esté listo para ampliar los viejos significados y sustituirlos por nuevos. Entonces, sí, los cuentos de hadas son alimento para el alma de los niños y niñas, los llevan a tener una conexión un tanto espiritual con un mundo ajeno a ellos, al que sólo acceden a través de los cuentos. Fomentando la creatividad, la solución de problemas, la imaginación y el vocabulario, encontramos en los cuentos de hadas grandes aliados para el desarrollo de nuestras hijas e hijos.
Si alguien me preguntara hoy si aún creo en las hadas, contestaría que sí. Creo en las hadas como creo en las flores, como creo en los árboles y en las nubes en el cielo. Creo en la magia porque fue ésta quien me ayudó a cruzar el bosque cuando era niña, para llegar casi al final del camino, donde me encontré con otras pruebas y diferentes hazañas. Pero así como en los cuentos, puedo voltear al cielo y saber que siempre hay una salida.
Junco, Ethel. Afirmación de lo sagrado en el cuento maravilloso. Revista de Filosofía Open Insight, vol. X, núm. 20, pp. 145-167, 2019
Bettelheim, Bruno. Psicoanálisis de los cuentos de hadas. Crítica. Barcelona, 1994.



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