Retomando el rumbo
- Wolf Mother
- 30 may 2022
- 6 Min. de lectura
De nuevo me presento frente a ustedes con mis páginas abiertas. Después de casi 8 meses de ausencia en mis redes sociales, he decidido volver. He decidido volver a escribir, volver a compartir mis fotografías, volver a crear narrativas, volver a contar historias y desmenuzarlas para ustedes, para su reflexión… y para la mía. Estos últimos meses me había sentido desconectada, o eso creía hasta que me di cuenta de algo muy importante que cambió mi manera de entender los ciclos de la naturaleza, los ritmos de las estaciones y, principalmente, entenderme a mí misma. Alrededor de los meses de invierno, en particular, la temporada de Yule, me sentí estancada, como si toda energía creativa, propositiva y productiva, se hubiera apagado. Me refugié en mi maternidad y no hice caso a nada más. El invierno invadió por completo nuestro hogar. De pronto me encerré en mi misma, viaje tan profundo en mi mente que me topé con un mar de pensamientos derrotistas y pesimistas, dejando de lado lo maravilloso que puede ser el invierno, el estar presente con la familia, sentir el calor de la vida hogareña, hacer introspección y reflexión con una misma, en fin. Viví en un estado de hibernación, de reposo absoluto, y en mi humanidad, lo culpé y me culpé a mi misma por estar “ausente” cuando en realidad todo lo que hice fue estar presente, y no por completo, ya que mi misma culpabilidad no me dejaba ver más allá de esta necesidad de hacer, de producir, de ser “útil”. Finalmente entendí el significado de mi ausencia. El invierno es una época donde todo muere y se prepara para renacer en primavera. La tierra descansa, los animales hibernan y se protegen, y en lo salvaje, el alimento escasea. La vida muere, hace una pausa, se prepara para la llegada del sol, el renacimiento y la siembra de semillas. Nada de esto pasó por mi cabeza cuando me sentía completamente drenada de energía y desconectada de mi misma. Tanto mi cuerpo como mi mente me pedían estar en reposo, conectar con lo de adentro, con mis hijas, con mi núcleo familiar, y no fue hasta después que caí en la cuenta de que lo que me estaba pasando era lo que tenía que pasar. Siempre escribo mucho sobre la importancia de nuestra relación con las estaciones y los ritmos de la naturaleza, sin embargo, en esta ocasión mi mente me traicionó, estaba tan enfocada en hacer lo contrario a lo que mi cuerpo y mi corazón me pedían que nunca lo sentí como lo que fue. Vivir mi propio invierno.
Al poco tiempo, escuché en palabras de la autora del libro “Wild Words”, Nicole Gullota, algo que cambió mi perspectiva por completo. En el libro, la autora escribe acerca de cómo las mujeres madres podemos aprender a vivir nuestra vida maternal en coherencia con nuestra vida laboral y al mismo tiempo retomar nuestra vida como mujeres. Ella habla sobre la valentía al enfrentarse a lo desconocido, de cómo generalmente relacionamos esta expresión con un viaje literal, o un cambio radical en nuestras vidas. Sin embargo, y he aquí lo interesante, ella escribe “no sólo al salir de tu casa encuentras la valentía y el coraje, se necesita valor para quedase en casa y vivir una vida rutinaria, día tras día, y coraje para decidir cómo y cuándo cambiarla”. Al leer esto, me quedé sin palabras. Tiene razón. Además de esta gran reflexión, otra expresión que hace mucho ruido en mi cabeza constantemente, más después de haberla escuchado de esta misma autora, es que las mujeres somos estacionales, que así como la naturaleza, nosotras también funcionamos de acuerdo a nuestras estaciones. Esta noción va muy de la mano con el concepto de la mujer cíclica y cómo los ritmos de la naturlaeza y de la luna, especificamente, están entrelazados con nuestro ciclo menstrual. Sin embargo, más allá de la evidente relación de las mujeres con la naturaleza y sus ciclos, Nicole Gulotta hace referencia a pensar nuestra vida y las etapas de la misma como estaciones, como algo que tiene que suceder para después transformarse y convertirse en otra cosa, como las estaciones. La autora hace mucho énfasis en hacer las pases con la estación que estés cruzando en este momento y tratar de entenderla como lo que es, una estación, no es permanente o no debería de serlo, es pasajera ya que abre paso a la siguiente estación y esto es lo que permite nuestro propio crecimiento. No es fácil entenderlo así, hasta puede llegar a sonar como un cliché, sin embargo, es real. Muchas veces, las mujeres madres perdemos el foco de nosotras mismas y del camino que estamos transitando porque nos quedamos atrapadas en la eterna culpa, en el hastío de la rutina, en la esperanza de cubrir nuestras propias necesidades (sean básicas o no) ya que estamos acostumbradas a girar en torno a un mundo que mide el valor de las personas de acuerdo a lo productivas que pueden ser. Evidentemente, bajo este modelo de vida, quedarse en casa a maternar no figura como un modelo productivo, cuando en realidad, podría ser de los más productivos y más importantes que existen, visto en retrospectiva. Y dicho esto, cuando pude hacer las pases con mi estación, con mi ser productivo y creativo, entendí que en ese momento a mi me tocaba estar en casa, estar conmigo y con mis hijas, mi invierno se vivió así.
Mi hi historia con el invierno me recordó una historia del folklore escocés e irlandés, sobre una bruja gaélica, una reina del invierno en la mitología celta. Se le conoce de distintas formas y nombres y hay varias leyendas diferentes al rededor del folklore de Cailleach, la bruja diosa del invierno. Sin embargo, lo que me pareció más interesante es cómo esta figura tan poderosa se encuentra siempre en una eterna lucha con su estación y con ella misma para poder alcanzar el verano, el calor, la belleza y la juventud, mismos que son representados por la Diosa Brigit, dentro de la misma mitología. Cailleach es una Diosa creadora, del frío, de las tormentas, de los vientos, las montañas y los parajes invernales. Sin embargo, está relacionada con una imagen dura y brutal, su nombre se refiere al arquetipo de la bruja como mujer vieja. Y en las diferentes leyendas que existen sobre ella o sobre su figura, se hace referencia a una anciana tan poderosa capaz de transformar el clima caluroso en un frío y tempestuoso invierno, y que al mismo tiempo, vive para e para perseguir el calor y la belleza. Una de las leyendas dice que Cailleach en su envidia hacia Brigit, celosa de su belleza y su juventud, la encierra para poder estar sólo ella gobernando en un mundo invernal, sin embargo, uno de los muchos hijos de Cailleach libera a Brigit, devolviendo el verano y el calor a la tierra. La Reina del Invierno perseguía constantemente a la Dama del Verano, pero se agotaba antes de poder alcanzarlos. Cuando ella dormía, el verano venía al mundo, pero el invierno regresaba cuando Brigit huía para evitarla.
Las historias, a pesar de que puedan varias con los años, dependiendo de la cultura, la ubicación geográfica y diferentes factores, al final, suelen contar el mismo relato. Sentí empatía por esta Diosa anciana, cuando leí su historia pude sentir parte de su desesperación, de no poder alcanzar aquello que tanto anhelaba, porque no estaba en su momento para alcanzarlo... al final quien sabe si algún día lo alcanzaría ya que su misión en el mundo era transformar la tierra y traer el invierno, cambiar el clima. Una figura llena de poder que solita se minimizaba al intentar ser otra cosa, contrario a lo que era ella, en el momento donde más le tocaba brillar. En pocas palabras, y concluyendo mi regreso a las letras, encontré que es importante y necesario vivir todas nuestras estaciones y dejar de estar anhelando ser otra cosa en ese momento. Nos perdemos de todo el poder que tenemos, de lo maravilloso que puede ser el momento presente, ya sea bueno o no tanto, lo vives y lo sientes. Vivir en ausencias constantes por desear estar en otro lugar, ser alguien que no eres, o hacer algo que en ese momento no puedes o debes, puede terminar por exprimirnos y dejarnos como la Bruja Diosa del Invierno, mirando siempre hacia otro lado y persiguiendo el sueño en vez de vivirlo.
Hasta la próxima, gracias por leer.




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