Que se alcen las brujas, que esta es su noche...
- Wolf Mother
- 31 oct 2021
- 5 Min. de lectura
Desde el principio de la historia, los seres humanos hemos manifestado la necesidad de trascender y conectar con algo más grande que nosotros, necesitamos sentir que somos parte de algo más que nuestra cotidianidad. Muchas veces he traído el concepto de magia a la conversación, y es porque creo fervientemente que la magia existe y está presente en cada parte de nosotros. Para Ernst Cassirier, los ritos y los mitos constituyen una parte esencial en la “escuela” del hombre primitivo, tanto en su iniciación al orden como en su capacidad de concetración,
Lo que el hombre consigue con la magia es la concentración máxima de sus esfuerzos (...) La técnica misma de la magia es la que requiere semejante concentración intensa (...) En este aspecto se puede decir que la magia representa la primera escuela por donde tiene que pasar el hombre primitivo.
Desde la celebración de una caza reciente, la unión de dos almas por la eternidad, el festejo del paso del tiempo y las celebraciones de los cambios de ciclos de la naturaleza representan una conexión mágica y espiritual en la historia de la humanidad. La práctica de los rituales en nuestra vida se ha vuelto parte de nosotros, actos performativos que nos unen y que sin darnos cuenta, nos dan un sentido de pertenencia y de comunión con el otro. En nuestro día a día, llevamos a cabo rituales, tan inmersos en nuestro código que no hacemos conciencia del valor y la importancia de dichas acciones. Un ritual es una práctica meramente humana, es un mecanismo simbólico de la vida social que contribuye al legado cultural de nuestra humanidad. Cuando hablamos de rituales, hablamos de actos cargados de simbolismo culturalmente codificado, creados por la cultura y con un significado histórico. De alguna forma, toda práctica sociocultural del ser humano se ritualiza, toda nuestra relación con la naturaleza, con nosotros mismos y con nuestras propias creaciones, simbólicas o no, implica una cierta ritualización.
Se acerca una fecha muy importante y especial en la rueda del año. En diferentes partes del mundo, esta época representa un momento en el ciclo de la vida donde el velo entre lo místico y lo real se ve desdibujado, donde las noches se vuelven más oscuras y es momento de cosechar todo aquello que sembramos durante las temporadas de luz y calor. Se trata de una celebración muy antigua, que si bien los Celtas fueron quienes la inauguraron como tal, es una cuestión global, que muchas culturas a lo largo de la historia la han hecho suya. Samhain es la celebración más antigua de la historia. Los antiguos pueblos comenzaban a prepararse para darle la bienvenida al año nuevo con el inicio de la temporada más oscura del año, es una celebración de la vida y del renacimiento a través de la muerte. Los días se hacen más cortos y las noches más largas, la separación entre el mundo de los vivos y los muertos se adelgaza, permitiendo que aquellos que ya no se encuentran en este plano puedan caminar entre nosotros. Es una noche importante, para honrar y respetar la vida y la muerte, una dualidad que ha sido muy estigmatizada, sin embargo, olvidamos que la vida es así, dual, como hay luz hay oscuridad y como hay vida, hay muerte. Se trata de honrar los ciclos de la naturaleza, fluir con ella y con sus tiempos, pues ésta es sabia y cada que puede, nos lo recuerda. Con la llegada del cristianismo, la celebración de los ciclos y fiestas de nuestros ancestros fueron suplantadas por una visión más apegada a las enseñanzas da la Iglesia, sin embargo, hoy quisiera recordar nuestro pasado y honrar el legado que dejaron aquellos antes de nosotros.
Sin intenciones de minimizar o señalar a la religión y sus enseñanzas, algo que nos quitó con su llegada fue nuestra conexión con la magia de la naturaleza. El ser humano abrazó la religión y olvidó sus orígenes, pasó de una actitud activa, de confianza en su poder y el de la naturaleza a una actitud pasiva y sumisa, de desconfianza en las propias fuerzas de la naturaleza, y suyas para este caso... sin embargo, debemos recordar la dualidad, como hacían los pueblos antiguos, entender que todo tiene un principio y un fin y que hay momentos para actuar y momentos para observar y respetar. No podemos caminar la vida tomando solamente una actitud, puesto que en este actuar - observar se encuentra aquello que nos hace ser humanos. De nuevo, sostiene Cassirier
(...) en ningún campo de la cultura se puede pensar que una actitud de la más baja postración pueda constituir un impulso genuino y decisivo. No puede surgir ninguna energía creadora a base de una actitud enteramente pasiva. En este aspecto, hasta la magia debe ser considerada como un paso importante en el desenvolvimiento de la conciencia humana. La fe en la magia constituye una de las primeras y más fuertes expresiones del despertar de la confianza del hombre en sí mismo.
En la cita anterior, el filósofo nos describe a la magia como un paso importante en el desarrollo de nuestra conciencia y nuestro propio despertar como seres humanos. Esa energía creadora a la que hace referencia es algo que en varias ocasiones se ha puesto sobre la mesa en este blog y que, a mi parecer, nos acerca cada vez más con nuestro ser salvaje, más humano, más real. La magia existe, es parte de nosotros y la hacemos presente con nuestras acciones. Aquí yace la importancia del ritual, la importancia de recordar y honrar a nuestros antepasados y cómo éstos entendían la magia que habita en cada uno de nosotros, en nuestro alrededor, en la naturaleza.
Celebraciones como Samhain, Todos Santos o Día de Muertos, Belthane, Yule (que es la siguiente festividad) o cualquiera de las fiestas en el ciclo de la vida - muerte - vida, nos recuerdan que somos parte de algo más grande que nosotros mismos, que honrar el paso del tiempo y los ciclos de la naturaleza no nos aleja de nuestras creencias religiosas o inclinaciones culturales, al contrario, pese al abismo de diferencia en sus enseñanzas, es importante recordar nuestra conexión con nuestra esencia espiritual, y aquí la magia de los rituales. Desde la preparación de un té, una gran comida, encender una vela, sembrar y labrar la tierra, cosechar y dar gracias, todas estas acciones vienen cargadas con un simbolismo y una creencia en la magia que muchas veces obviamos o no ponemos suficiente atención e intención. Como lo menciona Cassirier, es en estas acciones y en nuestra conexión con la magia que encontramos nuestro verdadero poder y despertamos esa confianza en nosotros mismos que yace inerte muy adentro de nuestro ser.
Desde el inicio de los tiempos, el ser humano ha crecido a partir de sus historias, sus formas de entender su propio origen, sus mitos y leyendas, sus creaciones, sus canciones y poemas, ha conectado con su ser sensible y espiritual para poder dejar ese legado cultural tan importante, y depende de nosotros ahora seguir ese camino y procurar la magia de ser humanos.
Como mujeres, existe en nosotros una fuerza y poder que corre como la sangre en nuestras venas. Nosotros somos capaces de crear vida, de procurarla y verla crecer, de mover masas, de curar heridas, de cerrar grandes tratos, de crear un hogar y mantener un fuego prendido pese a cualquier circunstancia. Es en nuestro hogar donde nosotras podemos ser, donde existimos sin vergüenza, creamos sin límites, donde cada taza de café, cada plato de comida caliente, cada abrazo nos permite compartir la mejor versión de nuestra persona. Es con estos rituales donde podemos vernos como los seres mágicos que somos, entender nuestra naturaleza y ser amas de nuestra propia casa y nuestra propia vida. Mujeres, no tengamos miedo de ser quienes somos, porque muy adentro de nosotras yace el poder que nos hace cambiar con la luna, crecer con nuestras plantas, adaptarnos como el agua, rugir como el viento, muy adentro de nosotras yace el poder que nos hace ser brujas.
Un bendecido Samhain a todas mis brujas.




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