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El despertar de la intuición, la base de la Mujer Salvaje

En la historia de la humanidad, nosotros, los seres humanos, hemos tratado de explicar nuestra existencia y nuestras acciones a través de historias. Los cuentos folklóricos, los mitos y las leyendas contienen verdades disfrazadas de misticismo y teatralidad. Tan sólo el origen del universo tiene muchas versiones diferentes de la misma historia, y así en diferentes regiones, culturas, religiones, los cuentos han llegado a ser una parte muy importante a nivel cultural y sociológico. En esta ocasión, quisiera escribir sobre un cuento en particular: Vasalisa la Sabia.


Leí este cuento por primera vez en el libro de Clarissa Pinkola Estés, Mujeres que corren con los lobos, y el análisis que hizo de este cuento para hablar sobre la iniciación de la Mujer Salvaje y el despertar de su capacidad de intuición es muy bello y acertado. "La intuición es el tesoro de la psique de la mujer", parte de nuestra transformación en la Mujer Salvaje es despertar la intuición innata que tenemos todas las mujeres. Es como una brújula interna que está siempre alerta y nos manda señales cuando más las necesitamos. Vasalisa, La Sabia, es un viejo cuento de origen ruso que gira en torno al hecho de que no todo es lo que parece, y a través de simbolismos nos enseña que somos capaces de confiar en nuestra intuición para extraer la verdad de las cosas, echando mano de todos nuestros sentidos para ver lo que es necesario ver y saber lo que es necesario saber.



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El cuento narra la historia de Vasalisa, una niña que perdió a su madre, la cual, en su lecho de muerte, le regaló una muñeca que estaba vestida igual que la niña, y al otorgarle su regalo le dijo "Presta atención a mis últimas palabras, querida. Si alguna vez te extravías o necesitaras ayuda, pregúntale a esta muñeca loq ue tienes que hacer. Recibirás ayuda. Guarda siempre la muñeca. No le hables a nadie de ella. Dale de comer cuando esté hambrienta. Ésta es mi promesa de madre y mi bendición, querida hija (Pinkola Estés, 107)". Pasó tiempo de la muerte de la madre cuando el padre de Vasalisa se volvió a casar, una mujer con dos hijas llegaron vivir con ellos. Las mujeres atormentaban a Vasalisa, la tenían como sirvienta, la mandaban a hacer las peores tareas. La odiaban por ser como era, una niña bella y servicial, dulce y amena. Un día, la madrastra y las hermanastras armaron un plan para deshacerse de Vasalisa. Apagaron el fuego de la casa y le pidieron a Vasalisa que fuera al bosque a buscar la bruja Baba Yagá para pedirle fuego para su hogar, y con la esperanza que al llegar la bruja se comiera a la niña y se desharían de ella por fin. Vasalisa, al ser tan buena, no cuestionó la petición de su madrastra y se puso en marcha. Conforme se adentraba en el bosque el camino se tornaba oscuro y escabroso. Cada vez que Vasalisa se sentía intranquila, metía la mano a su bolsillo y con el simple hecho de tocar a su muñeca se sentía más tranquila. Le dio unas migajas de pan para que comiera, tal como le dijo su madre. Cuando Vasalisa no sabía a dónde ir, tocaba a la muñeca y ésta brillaba de arriba abajo, indicándole qué camino tomar. De pronto un hombre vestido de blanco pasó galopando con un caballo blanco y se hizo de día. Más adelante, un hombre vestido de rojo montado en un caballo rojo y salió el sol. La niña siguió su camino y justo antes de llegar a la choza de la bruja, un jinete vestido negro con un caballo negro entraron a la cabaña de la Baba Yagá, y se hizo de noche. A la entrada de la choza había una cerca hecha con calaveras y huesos que brillaban con un fuego interior, iluminando el bosque con una luz siniestra.


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La tal Baba Yagá era una mujer espantosa. Viajaba en un carruaje con forma de caldero y lo impulsaba con un remo con forma de escoba hecha con cabellos. La bruja tenía una nariz curveada hacia abajo y se juntaba con su barbilla que igual curveaba hacia arriba. Su piel estaba cubierta de verrugas a causa del trato con los sapos. Tenía las uñas largas y negras que no le dejaban cerrar las manos. Esa era la gran Bruja Baba Yagá.

Cuando Vasalisa se paró frente a la choza, consultó con su muñeca si esa era la casa que buscaban y a la bruja que buscaban. La muñeca contestó a su manera. La bruja bajó del caldero donde volaba y se acercó a la niña:



¿Qué quieres?


La niña se puso a temblar.


—Abuela, vengo por fuego. En mi casa hace mucho frío… mi familia morirá… necesito fuego.


Baba Yagá le replicó:


—Ah, sí, ya te conozco y conozco a tu familia. Eres una niña muy negligente… has dejado que se apagara el fuego. Y eso es una imprudencia. Y, además, ¿qué te hace pensar que yo te daré la llama?


Vasalisa consultó con la muñeca y se apresuró a contestar:


—Porque yo te lo pido.


Baba Yagá ronroneó.


—Tienes mucha suerte porque ésta es la respuesta correcta.


Y Vasalisa pensó que había tenido mucha suerte porque había dado la respuesta correcta.


Baba Yagá la amenazó:


—No te puedo dar el fuego hasta que hayas trabajado para mí. Si me haces estos trabajos, tendrás el fuego. De lo contrario… —Aquí Vasalisa vio que los ojos de Baba Yagá se convertían de repente en unas rojas brasas—. De lo contrario, hija mía, morirás.


El resto del cuento narra las peticiones que la Bruja hacía a Vasalisa, los trabajos que tenía que llevar a cabo. Vasalisa logra todos estos trabajos con ayuda de su muñeca, a quien nunca dejó de escuchar. Cuando la muñeca brincaba de arriba a abajo, Vasalisa ponía atención y escuchaba lo que su muñeca tenía que decirle. A lo largo del cuento, la bruja lanza preguntas capciosas a la niña, esperando respuestas erróneas para al fin comérsela, sin embargo, la relación de Vasalisa con su muñeca la ayudó a ganarle el juego a la Bruja y le salvó la vida. Al final, la Bruja entregó el fuego a la niña, le dio una de las calaveras de su cerca, cumplió su promesa y dejó que la niña regresara a su casa. Durante el camino de regreso, la niña escuchó de nuevo a su muñeca y a la calavera misma para poder encontrar el camino correcto. En cuanto llegó a su casa triunfante, la actitud de la madrastra y las hermanastras molestaron tanto a la calavera, que en vez de sólo iluminar el hogar con el fuego que contenía, convirtió a las mujeres en pavesas.


Este maravilloso cuento gira en torno al tema de lo que la autora del libro llama "la facultad femenina de la intuición transmitida de madre e a hija y de una generación a la siguiente (114)". Palabras que al leerlas, reconocemos en nosotros esa llama que parecía haber estado apagada, mas sólo estaba dormida. Con el pasar de los años, esta capacidad de intuición innata pasó de ser un poder a ser motivo de morir quemadas en una hoguera. A causa de la mala fama infundada en esta capacidad, las mujeres hemos olvidado lo que es confiar en la intuición. Ese sexto sentido que nos guía, como la brújula interna que mencioné anteriormente. Para entender el sentido de este cuento, la autora explica cómo todos los componentes de la historia representan la psique de una sola mujer, y en cada tarea que la protagonista tiene que llevar a cabo, se enfrenta a sí misma con su propia iniciación para encontrarse con su intuición, con "la que sabe", la esencia de la Mujer Salvaje.


¿Qué tal? No subestimemos el poder de las historias como herramientas de entendimiento del mundo que nos rodea y de nosotros mismos. Todo el cuento de Vasalisa y su viaje con la bruja Baba Yagá representa un viaje interno de una mujer que está a punto de despertar y de iniciarse en su propio viaje como Mujer Salvaje. Es un cuento que respeta los ciclos de Vida - Muerte - Vida, que entiende que para que algo nazca, algo tiene que morir. Cuando la madre de Vasalisa muere, ella renace como una nueva mujer, cargada con su muñeca a quien acude cuando necesita guía o apoyo. Esta muñeca es la intuición. La niña se enfrenta a tres malvadas mujeres, que no la quieren por lo que es. Las tres mujeres pueden interpretarse como la cultura a la que la mujer pertenece, que no al deja ser quien es. Esa tensión la lleva en la primera etapa de su viaje, donde comienza a descubrir el poder de su intuición. La niña necesita conocer a la gran Bruja Salvaje para sacudirse aquello que la tiene bajo opresión. Y así, cada elemento del cuento tiene una referencia simbólica que la autora del libro desmenuza en cada capítulo de forma tan hipnotizante que no puedes dejar de leer. Una amiga recientemente me dijo "es como si cada capítulo me hablara" y sí. Así se siente el encuentro contigo.


¿Por qué la intuición? ¿De qué nos sirve tener esa voz interna? Alguna vez has estado parado en algún lugar donde no sabes a donde ir y de pronto, cierras los ojos y cuando los abres ya sabes qué hacer. Esa es tu intuición. Dicen que cuando las mujeres se vuelven madres, se desarrolla este sexto sentido como por arte de magia. No necesitas ser madre para desarrollarlo, ni siendo madre se desarrolla solo. Es un trabajo de cada mujer consigo misma. Cuando te vuelves madre, sí puedes despertar ese sexto sentido, siempre ha estado ahí, no aparece como por arte de magia, como en el cuento, es un viaje, donde aprendes a escucharlo y a confiar, y con el tiempo se vuelve cada vez más fuerte. Como lo describe Pinkola en el libro, el poder se transmite de generación en generación, una madre lo hereda a su hija para que ésta encuentre también su fortaleza y le de su valor, y ésta a su vez lo hará con la suya, y así seguirá prendida la llama mientras se alimente ese fuego.


Hablar de intuición es hablar de mujeres y hablar de mujeres es despertar el llamado salvaje que todas necesitamos oír. Madre o no, si eres mujer, seguramente más de una vez has sentido la necesidad de salir corriendo, de escapar, de irte hacia otro lado, de decir que no o decir que sí, de detenerte o pedir que se detengan, de escuchar y de ser escuchada, de bailar con los ojos cerrados y dejar de lado todo lo demás. En la mayoría de nosotras, los ciclos de la vida no están presentes en nuestra naturaleza porque son contradictorios y polémicos con la educación que nos han otorgado y la cultura donde nos hemos desarrollado, pero todo eso puede cambiar. Todas sabemos en nuestros ovarios cuando es el momento de decir "hasta aquí", cuando es el momento de cambiar. Por mi, por mis hijas, por mi madre, por mi hermana, por mis hermanas, por todas las mujeres, es momento de escuchar a La Que Sabe.


Pinkola Estés, Clarissa. Mujeres que corren con los lobos. Penguin Random House Editorial. México. 2018. 
Ilustraciones de Iván Yákovlevich Bílibin, 1899.


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